terça-feira, 23 de dezembro de 2014

La gatita mancha y el ovillo rojo



"La Gatita Mancha y el Ovillo Rojo"
 


Había un ovillo en el costurero. Era un ovillo grande y muy rojo. Era un ovillo muy bonito. 
La gatita Mancha dijo al verlo:
¡Miaumero! ¡Miaumero! 
Una pelota roja.
 
Yo la quiero. Yo la quiero,
 
aunque me quede coja.
 
Yo llegaré hasta el costurero.
 
El costurero está muy alto.
 
Pero todo será cuestión.
 
de dar valientemente un salto
 
aunque me lleve un coscorrón.
Saltó la gatita Mancha. Cayó dentro del costurero. El costurero, el ovillo rojo y la gatita Mancha cayeron de la mesa y rodaron por el suelo.
Dijo la gatita: 
¡Miaumiar! ¡Miaumiar!
 
¡Yo no puedo correr!
 
¡Yo no puedo saltar!
 
¡Yo no puedo ni un pelo mover!
 
¿Quién me quiere ayudar?
Al oírla, vino Ruizperillo. Y vino su madre. Y la hermanita de Ruizperillo también vino. Y toda la familia de Ruizperillo vino a ver a la gatita Mancha enredada en el ovillo. 
Todos reían viéndola cada vez más enredada en el algodón del ovillo rojo.
La madre de Ruizperillo dijo:
Mancha, Manchita, 
usted está de broma.
 
Ahora necesita,
 
mi ayuda, gatita, paloma.
 
Este ovillo
 
no es para una gata pequeña,
 
sino para una que enseña
 
viejo el solomillo,
 
vieja la nariz y aguileña.
 
No sabe usted
 
bordar ni coser,
 
gatita de dientes
 
y uñas de alfiler.
Toda la familia de Ruizperillo rió hasta que la gatita Mancha salió de su cárcel de algodón. 
Entonces, Ruizperillo dejó en el suelo su pelota de goma para que Mancha jugara con ella.
Y la gatita asustada echó a correr asustada diciendo: 
-¡Fus! ¡Fus! ¡Parrafús!
Porque el gato más valiente 
si sale escaldado un día,
 
huye del agua caliente,
 
pero, además, de la fría.